martes, 22 de abril de 2008

El sabio y el hada.

Por aquellos días había un sabio. Tenía gran ciencia en su mente y divagaba todo el tiempo entre mares de pensamientos de grandes magnitudes. Su deleite era la ciencia y el arte. Su biblioteca tan grande como ninguna otra había. No había mayor posesión para él, que su intelecto…

También existía un hada. Bella como ninguna, dulce y enamorada de la vida. La magia llenaba su corazón y los colores hacían bailar sus sentidos. ¡Cuánto amaba soñar! ¡Cuánto amaba mirar los astros y llenarse de fantasías preciosas! No había mayor tesoro que el corazón…

Entre tantos buenos momentos del sabio, decidió pasar un rato explorando la naturaleza. Había tanto que conocía del mundo que bien sabía, no se sorprendería. De modo que se dispuso a salir con cuaderno en mano y tinta suficiente.

En el camino vio hermosos paisajes; pero no eran de sorprenderse. El ocaso era una serie de matices creados por la luz que atravesaba tenuemente las montañas y aquel adictivo naranja que brillaba menos, era culpa de la posición de la tierra. Los gases en la atmósfera hacían que el cielo se viese azulejo y los rayos ahogados del sol, de color naranja suave. El reflejo de los lagos era simplemente la proyección de luz, y el verde color de las plantas se debía al pigmento de sus células… ¿Qué había de especial en aquello?

Siguió caminando y notó algo extraño. Una pareja de ancianos pasaba con su carreta. La anciana estaba recostada durmiendo sobre las piernas del anciano y con una cara que transmitía alegría. El anciano iba siempre con su mirada al frente, asegurándose de no pasar por donde incomodase a la mujer. ¡Qué extraño y bello era esto! ¡¿Qué era?! Tan viejos pero tan llenos de vigor inmóvil y de alegría insuperable. Sacó su cuadernillo y anotó cada cosa que veía en ellos. Había leído algo sobre la unión de sexos opuestos, pero jamás había visto tan bello paisaje…

El hada, despertó de su largo sueño. Quisiera jamás haber despertado; pero así son las cosas. Salió a ver el amanecer y notó cuan hermosa era la tierra. Sus colores y todo lo que se veía. El sonido de las aves, el dulce aroma de la mañana. ¡Cuan hermoso era el rocío cayendo de las hojas de los árboles y de los pétalos de las flores!

Ella tenía grandes admiradores por todo el bosque. El joven ruiseñor se acercó y le dedicó una canción. ¡Bella! ¡Realmente bella! Cada melodía pasaba por su ser y la hacía deleitarse en el sentimiento. Entonces el ruiseñor le preguntó: -¿Serás entonces novia mía?-

Y nuestra bella hada respondió dulcemente: -¡Que hermosa música cantas amigo ruiseñor! Pero de melodías preciosas tengo llena mi cabeza, y tengo gran felicidad al oírlas, pero es igual felicidad a la que provocas con las que cantas. Lo siento, pero no.

Entonces vino el joven fauno y pintó para ella un bellísimo cuadro lleno de color. En el que se veía su rostro reflejado en el bello lago del lugar. Todo el paisaje combinado con su bello rostro. ¡Precioso! ¡Precioso!

-¿Serás entonces mi compañera?- preguntó el fauno.

-Es ciertamente hermoso tu regalo joven fauno. Pero ese paisaje siempre será el mismo. ¿Cómo compararlo con el que cambia todos los días y siempre se ve precioso? Es mayor el del creador, y aún no entiendo su belleza. Mientras que el tuyo es tan solo pintura y aceite.

Vino a ella el conejillo blanco del bosque. Se acercó mientras ella miraba detenidamente el cielo y le señaló la luna.

- ¿Ves la luna mi joven hada?

- ¡Claro que la veo lindo conejito! ¿No es hermosa?

- En verdad lo es. Y ahora te la regalo a ti. Toda su luz y hermosura serán tuyas como la belleza misma te las ha entregado.


- Pero mi dulce conejillo. ¿No está muy lejos aquella luna? ¿Cómo disfrutaré de mi regalo si es tan distante?

Aquella noche se acostó en su suave cama de hojarasca y no pudo evitar entrar en sus pensamientos. ¿Pero cómo? ¿No me satisface la deliciosa música del canto de las aves? ¿No me es completo el color de los mundos? ¿Por qué la luna me resulta un obsequio tan lejano y poco profundo? ¡Bello es soñar! ¡Magnífico regalo del creador es la fantasía! Pero hay algo en ellas, que no me es satisfactorio…

Desesperado pasó toda la noche, por su parte, nuestro sabio. Los libros estaban caídos y en montañas. ¿Dónde está? ¿Dónde está tan precioso homenaje a los seres? ¿Por qué no encuentro lo que vi en mi ciencia? Salió casi para la madrugada a recorrer las tierras en busca de quien le dijera lo que había visto.

Preguntó a los árboles y no pudieron explicarle. Preguntó a la montaña, y no pudo explicarle. Preguntó al sol y la luna que todo lo ven, y ninguno pudo entender de lo que hablaba. ¡Ah! ¡No era posible! ¿Quién más viejo y sabio que la luna y el sol? ¿Quién recorrió más años con criaturas que la montaña y árboles?

Se sentó en la roca que permitía ver la tierra entera. ¿Por qué la ciencia de tiempos lejanos y de modernos días no podía responder a tan simple pregunta? ¿Qué hizo a esa visión de ancianos arrugados y viejos tan preciosa? ¿Qué le dio hermosura a su desfachatada apariencia? Y amaneció sin encontrar gran respuesta. No lo llenó entonces su amada ciencia.

En sus acostumbrados paseos por el panorama, el hada iba ahogada en sus dudas. Todos la miraban preocupados… ¿Por qué el hada más feliz parecía desgraciada? Ni ella lo entendía…

- ¿Por qué no entiendo mi cabeza? ¿Por qué mi corazón ha dejado de emocionarse?

Y algo llamó la atención a sus sentidos en medio del monótono, hermoso y colorido paisaje… Un hombre tirado entre las flores, mirando al cielo y con libros tirados alrededor.

- ¿Qué criatura es esa? No hace nada, simplemente observa al cielo. ¿Por qué tanto interés en el cielo? ¿O acaso hace algo diferente a mirar? ¿Qué actividad es la que tiene?

Cegada por su curiosidad, voló y se posó frente a aquel hombre.

- Disculpa criatura del altísimo…- llamó al sabio.

- ¿Quién eres?- preguntó el sabio.

- Soy el hada de este bosque. Me preguntaba sobre tu actividad actual…

Le miró directamente a los ojos. Jamás había visto esa mirada tan pasiva y perfecta. Parecía que al mirarla, se preguntaba mil cosas… ¡Que preciosos ojos llenos de dudas!

- Estaba meditando dulce hada.

- ¿Meditar? ¿Para qué?

- Para hablar conmigo, tengo dudas e intento responderlas. He visto todas las cosas en el cosmos. He explicado el funcionamiento de todo y ahora no hallo la razón de la belleza.

¡Que profundas eran sus palabras! ¡Amaba su forma de hablar! Ninguna criatura se había preguntado por la razón de cualquier cosa, y menos de la belleza.

- ¿Qué criatura eres?- preguntó con delicada curiosidad y ojos destellantes de intriga.

El sabio no pudo evitar mirarla con preguntas en su cabeza. ¿Qué hacía que fuese tan bella? Ya había estudiado a las hadas, y esta no era diferente. Pero el mayor misterio había vuelto a aparecer en su cabeza: ¿Qué hace a esta especial?

- ¿Por qué tu pregunta hada hermosa?

- ¿Por qué siempre “por qué”?

¿La razón de sus “por qué”? ¿Acaso había una? ¡Magnífica! ¡Esta hada era en verdad magnífica! ¡La añoraba! ¡La necesitaba! ¡Su ser debía ser con él! ¿Qué era esto? No lo entendía, pero debía saber “por qué”-“por qué”…

- tierna hada… hay algo en ti de mi… ¡algo tienes que necesito con gran urgencia de mi ser! ¡Dime! ¡¿Qué es?!

- Tanto sabes como yo. Pero hasta ayer nada tenía sentido. Ni la belleza de la que soy dueña, ni la fantasía de la que gozo… y ahora tu, criatura de porqués, me tienes hechizada por magia que desconozco… ¿Por qué quiero siempre ver esos ojos y escuchar esas palabras?

¡Era dueña de la belleza! ¡no había duda de su afirmación! Y él, ¿necesitaba de ella? ¡Nadie necesitaba de ella! Todos simplemente la querían a ella… ¡Qué hermosa criatura!

- Soy un hombre joven hada, y soy gran científico. Sabio de grandes pensamientos y conocedor de todas las cosas explicables… pero no te explico a ti… ¡Qué hermoso misterio me resultas preciosa hada! Permíteme la dicha de llenar contigo mis pensamientos y colmar mis esfuerzos en conocerte… si eres dueña de la belleza, encontraré la razón de ella.

- Jamás una criatura logró darme algo que me llenase… ¡Iré contigo si tu siempre estás conmigo!

¡Este hermoso sentimiento! ¡Era este el origen de la belleza! ¡Era este el origen de las cosas! ¡Era más que un sentir! ¡Era más que curiosidad! ¡Era! Simplemente… era…

Y de este modo, encontraron el hada y el sabio algo más magnifico que la magia y la ciencia… Un tesoro más grande que el intelecto y el corazón… ella lo encontró a él y él a ella.

Fin.

Para: Milena Pineda.

De: Carlos Cuervo.

The Unfeeling kiss

Esta es una canción que me encanta. La pueden encontrar en la lista de música a su derecha.

Se trata de "The Unfeeling kiss" de Gabriel Yared. Es la canción que ponen de fondo en guitarra, en la película "City of Angels" traducida como "Un ángel enamorado" (si, mala traducción; pero no neguemos que atrae más al latino el título del "enamorado") Espero que les guste:

lunes, 14 de abril de 2008

El amor por el misterio.


No hay misterio más delicioso y apasionante que aquel que jamás es descubierto. ¿Qué tema existe más apasionante para el hombre que el principio y fin de las cosas? La vida y la muerte, la existencia y la no existencia. El teólogo ama a Dios porque jamás lo entenderá completamente, el matemático a las matemáticas porque jamás encontrará el funcionamiento exacto de todo; el filósofo a la filosofía porque no se acaban los temas en qué trascender el conocimiento… Y todos finalmente siempre amaremos el noble misterio que encierra a la muerte. Aquella preciosa desdicha y sinsabor de los momentos cumbres del problema existencial de cualquier ser humano: ¿Cuánto viviré? ¿Después de morir qué hay? Tantas cosas que podemos pensar antes de morir y sobre el después. ¿Fue nuestra existencia un mero momento en el espacio y tiempo? ¿Soy acaso tan insignificante, que solo valgo durante el lapso indiscriminado de vida de este inmisericorde cuerpo?

Lo que nos impulsa a amar un tema, es la curiosidad que tengamos hacia él. Jerarquías en nuestra cabeza, y el más importante es el que sigue sin resolver… simplemente: un misterio.

Carlos Cuervo.

(Tomado de "enamorada de la muerte", Prefacio)

jueves, 10 de abril de 2008

El arte de hacer a la vida poco valiosa.

Actualmente afrontamos un problema grave en medio de nuestra sociedad: La visión superficial de la vida humana. Ciertamente debemos meternos un momento en el tema, la población juvenil -en especial- y los niños se están viendo afectados. Al igual que los adultos con problemas de "mente joven".

1. El entrenamiento para matar: Videojuegos de acción.
En realidad, este es un problema que afrontamos desde hace un buen tiempo. En cuanto la tecnología sube; el realismo de guerra se aumenta en los simuladores de combate. Los planes para estos simuladores es divertir en gran parte, pero también entrenar. Comprobado ya por la revisión de los planes de reclutamiento del ejército de los estados unidos. Miremos un gran ejemplo en Americas Army (www.americasarmy.com), un juego realmente entretenido, gratuito, y para jugar por internet. El único problema: es un juego para entrenamiento de las fuerzas estadounidenses, sacado a regalar para jugar en red con un único propósito: reclutar.


Pero estos juegos no solamente se dedican a entrenar y reclutar. Su mayor problema se encuentra precisamente en la mente del jugador. Cuando matas y matas en el videojuego, es inofensivo, es divertido, y entre más matas te crees todo un RAMBO. Pero, pronto van cambiando tus realidades... la muerte de las personas en guerra no te es tan poco familiar... ya estuviste ahí. La guerra no te parece algo tan malo, después de todo: fue divertida en el juego de video.

2. Películas de acción.
En las películas de acción encontramos el siguiente problema a tratar sobre el poco valor a la vida humana. Aunque intentan mostrar la guerra desde ciertos ángulos (como es el caso de Saving Private Ryan) la inevitable respuesta de parte del cerebro ante la situación es: eso pasa allá no acá, o: el protagonista vive, casi no le pasa nada, seguro yo siendo mi protagonista, no me pasa nada. Y aunque sean respuestas inconscientes es muy seguro que el cerebro en respuestas futuras para el valor de la vida humana mostrará un total desacuerdo en que eso exista.


Con tanta publicidad a la guerra, las personas le están viendo menos valor a la vida humana. De modo que: "si es mi enemigo, ¿importa si muere?" por el contrario: "¡Es divertido!"

3. El impacto negativo en la conciencia de guerra de un joven:
a. El día que asesinaron a alias "Raúl Reyes" en colombia, LOS CRISTIANOS gritaron: ¡GLORIA A DIOS! en todo lugar público y algunos en sus casas. ¿La vida de este hombre no importaba?
b. Cada que se habla de guerra en el noticiero, los jóvenes se hacen de oreja mocha. El problema, es que no tienen idea de lo cruda que es la guerra. Si asesinan guerrilleros dicen "es bien" y si asesinan soldados "es bien", total: la guerra no es más que un juego o una película.
c. Las personas en la ciudad se ven desinteresadas por el asunto. De tal modo que: si pasa por allá, pues que pase. Y no hay mayor remedio, igual, lo que se ve en las películas no es tan duro.
d. Los jóvenes ven la guerra como una oportunidad para demostrar su valor al asesinar a otros seres humanos, es una oportunidad para practicar lo que han aprendido en el juego, creyendo de manera estúpida: "yo soy un duro en el juego, nadie me mata"

Conclusión:
No digo que los videojuegos y películas de acción deban ser extirpados de nuestro medio. Simplemente, pienso que debemos crear conciencia en las personas que ven estas cosas; debemos recordar a la gente que tanto el uno como el otro son FICCIÓN y que la realidad es totalmente otra.

Mostremos la realidad de la guerra a la juventud y a los niños. Que entiendan que quitarle la vida a otro ser humano, -sea aliado o enemigo- es un acto atroz y repugnante; nada de bueno tiene. Pueden empezar haciéndolos tomar conciencia de la igualdad entre humanos y que, -al igual que ellos- hasta los enemigos tienen familia, vida propia, amigos, aspiraciones, espíritu y claro, que les duele.